En EspañolLa guerra al terrorismo y el terrorismo de guerraEditorial de la revista Socialist Appeal número 86 (traducción)—El círculo vicioso entre el Estado y el terrorismo individual continúa sin tregua. Francia se ha sumado violentamente a la vorágine. Los marxistas durante mucho tiempo han explicado que el imperialismo y el fundamentalismo islámico son dos aspectos del mismo fenómeno reaccionario —la decadencia y declive del capitalismo, que además amenaza con acabar con la humanidad entera.Pudimos ver en Paris a un grupo de “líderes mundiales” reunidos en una marcha, y literalmente compitiendo por salir en la foto en un grupo compacto, mientras millones de personas se manifestaban por separado en una muestra de solidaridad humana. Estos fieles representantes del 1% de la sociedad marcharon del brazo en defensa de la “libertad de expresión,” al mismo tiempo que limitan esas libertades en sus respectivos países y en el extranjero. ¿Cómo se puede hablar de “prensa libre” cuando, en Estados Unidos, por ejemplo, unas 5 o 6 empresas solamente controlan el 90% de los medios de comunicación? La hipocresía es palpable cuando estos jefes de Estado, que están implicados en casos de espionaje, tortura, asesinato e invasión a escala masiva apelan lastimeramente a la unión nacional para combatir la “violencia extremista”. ¿Por qué estos surtidos criminales y explotadores no muestran el mismo grado de preocupación por las 150 personas —en su mayoría niños, que han sido masacrados por los fundamentalistas en Peshawar, Pakistán, o por las más de 2.000 víctimas en Baga, Nigeria, en los últimos días? ¿Por qué no convocan una marcha en Khyber-Pakhtunkhwa o en el estado de Borno y posan ante las cámaras?Al igual que lo hicieron a raíz del 11S, continúan sirviéndose cínicamente del genuino dolor e indignación de los trabajadores y la juventud para su propio interés. Con sus persistentes llamamientos a la “unidad nacional” y a la “guerra contra el terrorismo”, tratan de distraer a los trabajadores europeos de la profundización de la crisis económica, los recortes, la austeridad, el desempleo y la deflación. Quieren sentar las bases para más intervenciones imperialistas en el extranjero y una mayor represión en el país. En nombre de la “seguridad”, 10.000 soldados franceses ahora están apostados en todo el país y se habla de un “Patriot Act” francés. Al igual que en Estados Unidos y, en otros lugares, estas medidas pueden ser utilizadas más tarde contra la clase trabajadora.Condenamos el atentado del personal de Charlie Hebdo. Aparte de matar a inocentes, y periodistas de izquierda, estos ataques terroristas — incluso aunque fueran aparentemente una respuesta al terrorismo de Estado y a la generalizada discriminación institucional —son utilizados por la clase dirigente para arrojar a los trabajadores franceses a los brazos de la reacción. También han fomentado manifestaciones reaccionarias en Alemania, no sólo contra los asesinatos terroristas, sino contra el Islam en su conjunto. Esta polarización en líneas étnicas y religiosas sólo puede confundir a la clase obrera y la juventud y retrasar el desarrollo de un movimiento sindical y político unido, de masas, que luche contra el capitalismo.Desde un punto de vista marxista, defendemos enérgicamente el derecho a la libertad de expresión y nos oponemos a los esfuerzos realizados por el Estado burgués para restringir este derecho, pero no lo hacemos en abstracto. Los derechos democráticos básicos tales como la libertad de prensa, de expresión y de reunión son herramientas que permiten a los trabajadores organizarse de forma más eficaz en la lucha contra el capitalismo. Apoyamos aquellos mecanismos que hagan aumentar el nivel de conciencia, confianza y unidad de la clase obrera, y nos oponemos a todo lo que vaya en contra de esto. Dicho esto, debemos preguntarnos: en el contexto del pasado y presente de Francia, de opresión imperialista y atrocidades, marginación y alienación de cientos de miles de musulmanes en ese país, ¿ favorecen las caricaturas de Charlie Hebdo a la unidad de la clase obrera o fomentan más división? ¿Exponen la hipocresía de la clase dirigente y las verdaderas raíces de la explotación, opresión y oscurantismo religioso? ¿Ayudan a los trabajadores a tomar conciencia de sus mutuos intereses, independientemente de su origen étnico, raza o género o remueven la olla del racismo, una de las herramientas más venenosas y eficaces del arsenal de la clase dirigente, basada en la táctica de “divide y vencerás”? Evidentemente, Charlie Hebdo tenía el derecho de publicar esas caricaturas y defender ese derecho. Sin embargo, no estamos de acuerdo con su contenido, ya que aliena a millones de musulmanes de a pie, exacerba las tensiones étnicas y religiosas, obstaculiza la unidad de la clase obrera y le hace el juego a la reacción. Nada de esto, sin embargo, justifica de ninguna manera la masacre criminal de estos reaccionarios oscurantistas.No debería sorprendernos que los medios de comunicación no hayan mencionado el “quid de la cuestión”: los orígenes y la génesis del fundamentalismo islámico. Es un hecho bien documentado que este monstruo ha sido, en realidad, una creación del imperialismo, sobretodo, del imperialismo estadounidense. En los años sesenta y setenta, decenas de grupos de derecha islamistas fueron financiados y apoyados para combatir la creciente militancia obrera y auge de la izquierda en el llamado mundo musulmán. Desde Indonesia a Irán, desde Pakistán a Palestina, se saboteó y estranguló cada uno de los movimientos revolucionarios, bien directamente o mediante la imposición de dictaduras.El fracaso de los dirigentes sindicales y comunistas para transformar la sociedad y propagar la revolución en toda la región dejó un vacío que inevitablemente llenó la reacción una vez menguada la oleada revolucionaria. El General Zia ul Haq, en Pakistán, los mujaidines, Al-Qaeda y los talibanes en Afganistán y los mulás de Irán, fueron financiados y apoyados por los imperialistas de Estados Unidos. Pero estos “perros callejeros” fundamentalistas, que el imperialismo soltó sin piedad contra los trabajadores y la juventud de África, Oriente Medio, el subcontinente indio y otras partes de Asia, se escaparon de control. Tenían sus propias ambiciones y, en un momento dado, atacaron a sus antiguos amos.Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, Bush, Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, y compañía, no perdieron tiempo y lanzaron una invasión contra Afganistán, preparando a la opinión pública para hacer lo mismo en Irak. A muchos les pareció que los imperialistas norteamericanos eran imparables. Las miserias sufridas por la población de estos países no podría calificarse o cuantificarse. Cientos de miles de personas fueron asesinadas y mutiladas, y millones de personas tuvieron que ser desplazadas. Pero el resultado final —como se analizó en aquel momento por los compañeros de la CMI, fue un verdadero desastre para el imperialismo norteamericano. Su misión dejó en quiebra a la Tesorería Nacional, extenuó al ejército estadounidense y, verdaderamente, logró extender el fundamentalismo islámico a nuevas zonas de la región.Dicho todo esto, las guerras en Irak y Afganistán han dejado una deuda de aproximadamente 5 trillones de dólares en préstamos —una deuda que asciende a 16.000 dólares por ciudadano estadounidense. Se desplegó un contingente de más de 2.5 millones de norteamericanos en estos dos países, algunos de ellos varias veces. Hasta la fecha, han muerto o resultado heridos más de 57.000 norteamericanos en Irak y Afganistán —más que durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.Lejos de alcanzar la paz y armonía, no hay ningún síntoma de estabilidad en esta región. ISIS controla ahora amplias zonas de Siria e Irak. Los jefes militares norteamericanos y Obama dicen que la guerra contra estos matones durará años, no meses, y han admitido abiertamente que hasta los militares mejor financiados y entrenados del mundo no pueden hacer frente, en última instancia, a un ejército irregular de gángsters. Irak se ha resquebrajado en líneas étnicas y religiosas, La influencia de los miembros del llamado “eje del mal” de Irán ha crecido, y Turquía también se impone agresivamente como potencia regional. Los kurdos, yazidíes y otras minorías religiosas y étnicas sufren crueles ataques en medio del caos actual.Según el ex oficial de la inteligencia militar, Jim Gourley, “a estas alturas, es de toda evidencia que los militares estadounidenses han fracasado en sus objetivos estratégicos en Irak. Si evaluamos los objetivos establecidos por nuestros mandos militares, nuestras fuerzas han sufrido una total derrota en esta guerra”. No obstante, apenas 3 años después del retiro formal de las tropas de Irak, Obama ha enviado 3.000 soldados estadounidenses a ese desdichado país, muchos de los cuales “se desplegarán durante un tiempo”La derrota de EE.UU. en Afganistán ha sido aún más humillante. Se considera la guerra más larga en la historia estadounidense, casi 4 veces más larga que la participación directa de Estados Unidos en la II Guerra Mundial. Los británicos no lograron someter a esta región en tres guerras separadas. También fracasaron los estalinistas de la URSS. Ahora, después de 13 años y 2.200 muertos del lado estadounidense, Obama tiene el descaro de declarar que se ha puesto fin a la guerra “de forma responsable”. Según el Secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel, la invasión de Estados Unidos y la ocupación han “hecho que nuestro mundo sea más seguro y ha dado la oportunidad de trazar un futuro seguro, democrático y próspero a Afganistán.” Señaló que cree que el Estado afgano “puede defender Kabul” — convenientemente no incluye al resto del país – pero omitió mencionar que en este ahora “próspero y democrático país” y “democracia emergente” llueven las huelgas y el despliegue de más de 10.000 tropas podría continuar indefinidamente.Estas guerras han afectado profundamente la efectividad de los militares de Estados Unidos como herramienta para imponer la voluntad de los imperialistas. Según el escritor militar, William Greider, “nuestra presunción de superioridad inconquistable nos conduce cada vez más seriamente a conflictos militares imposibles de ganar.” William S. Lind, el historiador militar que ayudó a desarrollar el concepto de “guerra de cuarta generación”, o de luchas contra insurgentes, terroristas y otros grupos “al margen del Estado”, escribía recientemente: “lo más curioso de nuestras cuatro derrotas en la guerra de cuarta generación —Líbano, Somalia, Irak y Afganistán, es el silencio total del cuerpo de oficiales estadounidense. La derrota en Vietnam trajo una generación de reformadores militares . . . Hoy en día, el paisaje es árido. Ninguna voz militar reclama un cambio sustancial y meditado. Sólo más dinero, por favor.”Según un detallado artículo, de James Fallows, sobre el estado del ejército estadounidense: “Estados Unidos gastará más de 1 trillón de dólares en seguridad nacional este año. Eso incluye 580 mil millones de dólares para el presupuesto inicial del Pentágono, más los fondos de “contingencia en ultramar”, 20 mil millones para el presupuesto de armas nucleares del Departamento de Energía, casi 200 mil millones para las pensiones militares y los costos del Departamento de Asuntos de Veteranos y otros gastos. Pero eso no incluye los más de 80 mil millones al año de intereses de la cuota de la deuda nacional relacionada con el gasto militar. Después de los ajustes por la inflación, este año, Estados Unidos gastará aproximadamente un 50% más en gasto militar que la media durante la guerra fría y la guerra de Vietnam. Gastará tanto como las siguientes 10 naciones juntas —entre tres y cinco veces más que China, dependiendo de lo que se tenga en cuenta, y entre siete y nueve veces más que Rusia. El mundo en su conjunto gasta alrededor del 2% de sus ingresos totales en sus ejércitos; Estados Unidos, alrededor del 4%.“Las pérdidas de los contribuyentes en el fracasado modelo Solyndra de energía solar podrían llegar, en el peor de los casos, a unos 800 millones de dólares. Los sobre-costos, las pérdidas por fraude y otros daños a los contribuyentes por el proyecto F-35 son quizá 100 veces mayores, (…). Otro cálculo: los costos totales de este avión se estima ahora que ascienden a 1,5 trillones de dólares, o lo que es una estimación a la baja de toda la guerra de Irak”.Para rematar el fracaso en Afganistán, Estados Unidos ha tenido que negociar con diversas facciones de los talibanes, vagamente definidos, para retirar sus tropas y evitar una guerra civil en esta etapa. Según la BBC, el presidente afgano Ashraf Ghani, en un esfuerzo desesperado por improvisar un gobierno, tuvo que ofrecer a los talibanes varios puestos de gobierno: “los tres hombres en quien puso sus esperanzas de atraer al gobierno el Presidente Ghani fueron, Mullah Zaeef, ex embajador talibán en Pakistán, que ha vivido en Kabul relativamente sin problemas desde hace algunos años; Wakil Muttawakil, ex Ministro de Exteriores de los talibanes y Ghairat Baheer, pariente cercano de Gulbuddin Hekmatyar, cuyas fuerzas están aliadas a los talibanes”. También hubo negociaciones para designar a los talibanes gobernadores en tres provincias del sur —Nimruz, Kandahar y Helmand— algunas de las regiones más ferozmente atacadas por los soldados estadounidenses y británicos. Tanta [sangre derramada y dinero] para al final no respetar su máxima, “no negociamos con terroristas”.Al final, los talibanes rechazaron la oferta. Seguramente prevén la limitada vida que tiene el nuevo régimen y esperan a tomar un control más amplio en un futuro no demasiado lejano. Así informaba la BBC: “Ni siquiera está claro que la participación de los talibanes en el gobierno hubiera puesto fin a la insurgencia, ya que algunos jefes siguen oponiéndose a cualquier trato”.Estos son los resultados reales del dinero y de las vidas que se ha cobrado la “guerra contra el terrorismo”. El atentado de Charlie Hebdo ha evidenciado que las criaturas del imperialismo se han instalado con fuerza en un nuevo país. El imperialismo y el fundamentalismo islámico son dos formas de reacción capitalista y están profundamente entrelazados. Ambos cultivan el miedo y la alienación de las masas. En los albores del siglo XXI, no puede existir uno sin el otro.La locura del terrorismo individual y de Estado no terminará hasta que el sistema capitalista que los engendra termine. Creemos que el socialismo puede proporcionar un mundo de paz y abundancia, basado en la verdadera igualdad, respeto mutuo y bienestar para todos. A los trabajadores de todos los países les decimos: unámonos y luchemos contra el imperialismo, el racismo y el fundamentalismo.Share This March 11, 2015