No Hay Opción Para los Trabajadores?

Aquí vamos de nuevo. Cuatro años más han pasado desde las últimas elecciones presidenciales y, una vez más, los sindicatos se encuentran sin opciones reales. Está claro que si Mitt Romney fuera elegido presidente, lanzaría un asalto estilo “Scott Walker con esteroides” a la clase obrera. Pero, ¿Significa esto que los trabajadores no tienen otra opción que votar por los demócratas? ¿Son la “muerte política y económica a la horca” o la ” muerte política y económica por ahogamiento” en realidad las únicas opciones?

Algunos han comparado el presidente Obama a un examen de Rorschach. Esa es la prueba donde muestran imágenes de manchas de tinta a las personas y se les pide su interpretación. Cada persona “ve” algo diferente en ellas, como la percepción de cada uno está influenciada por su propia visión del mundo, sus experiencias, esperanzas, temores y aspiraciones. En 2008, el movimiento anti-guerra vio a Obama contra la guerra, a pesar de que no lo era; los sindicatos lo veían como si estuviera al lado de los trabajadores, a pesar de que no era así; los ambientalistas lo veían como a favor de la energía limpia; los educadores y los padres pensaban que estaba a favor de la educación pública fuerte, etcétera. En otras palabras, la gente vio, y sigue viendo en Obama lo que quieren ver.

Todas las teorías científicas deben ser rigurosamente puestas a prueba en el mundo real ¿Por qué debería ser diferente cuando se trata de la política? Debemos juzgar a los individuos y a los partidos no por lo que dicen sino por lo que hacen. Más de tres años en su primer mandato, los hechos hablan por sí mismos. No Ley de Libre Elección del Empleado (Employee Free Choice Act o EFCA en inglés); No atención sanitaria universal, ni aún una opción pública; decenas de miles de soldados permanecen en Irak y Afganistán, y la guerra se ha extendido a Pakistán; Camp X-Ray en Guantánamo no se ha cerrado; él no ha estado en un solo piquete en solidaridad con los trabajadores en huelga; no ha eliminado las exenciones de impuestos para las empresas que mandan los trabajos a otros países. Además, no hay moratoria en las ejecuciones hipotecarias; no hay impuestos progresivos sobre los ultra ricos; no hay revocación de la ley anti-trabajador llamado Taft-Hartley; el salario mínimo sigue siendo inferior que en 1968 en términos reales, etcétera.

Aquí hay algunas cosas que sí ha hecho: dar rescates masivos a los bancos y las grandes compañías de seguros; aprobó tratados de libre comercio con Corea del Sur, Panamá y Colombia (el país más peligroso del mundo para los sindicalistas); décadas de protección del medio ambiente invertidas poniendo fin los poderes de regulación a la limpieza del aire del EPA (Agencia de Protección del Medio Ambiente por sus siglas en inglés); autorizó el uso de buques armados de la Guardia Costera en contra de los estibadores de Longview, Washington quienes estaban luchando contra los rompehuelgas. Para colmo, los demócratas están celebrando su Convención Nacional en un hotel no sindicalizado en Carolina del Norte, estado donde existe el “derecho al trabajo” con la menor tasa de sindicalización en el país.

¡No es de extrañar que es cada vez más difícil para los dirigentes sindicales convencer a las bases de los sindicatos acudir a las urnas! Después de llamar al tratado de libre

comercio con Colombia “profundamente decepcionante y preocupante,” el presidente de la AFL-CIO, Richard Trumka, aludió a la presión que en él se encuentra: “Cuanto más pasan estas cosas, donde los intereses de los trabajadores están subyugados a los intereses de otros, tiene un efecto acumulativo, haciendo más difícil para nosotros dar energía a nuestros miembros y conseguir los números necesarios para el otoño. “

Trumka hace bien en llamar la atención sobre las disparidades entre ricos y pobres, pero él no toma su análisis hasta su conclusión lógica: la necesidad de un partido obrero. Parece que la única excusa que les queda a los dirigentes sindicales para no lanzar un partido así es, “¡Mira al otro candidato!” Esto no es un argumento serio para apoyar a candidatos y partidos cuyos intereses se oponen de manera irreconciliable a los intereses de la clase obrera. Por ello proponemos una solución simple: ¡El movimiento obrero a través de sus sindicatos debe proporcionar sus propios candidatos!

Necesitamos candidatos que luchen por trabajos, asistencia médica, y la educación universal, y que sean verdaderamente responsables ante sus electores: los trabajadores ¿Por qué no presentar miles de candidatos obreros independientes por puestos en todos los niveles del gobierno? Lejos de ser un mero voto de protesta, dichos candidatos, junto con un partido obrero basado en los sindicatos, en realidad podría ganar. Después de todo, si los trabajadores son la mayoría, ¿¡Por qué hay que aguantar ser gobernado por representantes de otra clase hostil?

La AFL-CIO ha apoyado a Obama, una gran consternación para muchos de sus miembros. Pero no es demasiado tarde. La AFL-CIO ha creado una nueva super PAC, “La voz de los trabajadores.” A finales del 2011, ya había levantado $3.7 millones de dólares. Millones más llegarán con toda seguridad. Estos recursos deben ser vertidos en explicar la necesidad de un partido obrero basado en los sindicatos y en la presentación de candidatos laborales. Esto, dramáticamente, cambiaría el debate nacional en torno a las elecciones del 2012. Tenemos que trabajar para llevar este mensaje a los sindicatos locales, compañeros de trabajo, comunidades, amigos, familiares, los movimientos de Occupy, anti-guerra, de derechos de los inmigrantes, y otras luchas.

Como explicamos en el 2008 en el día después de la elección del presidente: “Muchos están eufóricos por la victoria de Obama, y habrá una luna de miel seguro… Pero más temprano que tarde, la euforia se desgastará y la fría realidad llegará: nada fundamental ha cambiado. Todavía vivimos bajo el capitalismo, con todo lo que implica: el desempleo, ejecuciones hipotecarias, los precios crecientes, el racismo, millones de ciudadanos y trabajadores de segunda clase, bajos salarios, deterioro de condiciones, la infraestructura en descomposición, etcétera.”

La crisis del capitalismo significa recortes, austeridad y la inestabilidad constante. No hay una solución para la mayoría dentro de los límites de este sistema. No podemos esperar que un partido pro-capitalista lleve a cabo las políticas anti-capitalistas. Armado con un programa socialista, un partido obrero de masas establecería la base no sólo para la “esperanza”, sino para un cambio real.


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